PARA QUÉ SIRVEN
Los prismáticos son un instrumento de survey, es decir, de exploración sistemática y continua de una vasta región celeste. Son ideales para buscar cometas nuevos, actividad para la que es aconsejable recorrer palmo a palmo el cielo sobre el horizonte occidental poco después del crepúsculo, o el oriental poco antes del alba. Son muy adecuados para la observación de los alrededores de la Vía Láctea, donde es máxima la probabilidad de que estalle una estrella nueva. Cómodamente sentados en una tumbona en una serena noche de verano, memorizaremos las estrellas más brillantes de las constelaciones cercanas al cenit, como el Cisne o el Águila, y todas las noches podremos repasarlas con la esperanza de encontrar una estrella más: una brillante nova que acabe de alcanzar el máximo de luminosidad. Pero también es posible utilizar los prismáticos para calcular la magnitud de las estrellas variables o, simplemente, para extasiarse en la contemplación de los meteoros, de los cráteres lunares o de los colores contrastantes de ciertas estrellas dobles.
Un buen 11×80 es el sueño de todo aficionado amante de los prismáticos, pero es un instrumento caro. Un 7×50 es manejable, versátil y adecuado también para observaciones diurnas. Su precio es más que accesible y lo aconsejamos sin reservas.
CONSEJOS PARA LA ADQUISICIÓN
En el momento de comprar unos prismáticos, habrá que tener en cuenta el tipo de elaboración a la que hayan sido sometidos los elementos ópticos. Si al contemplar una fuente luminosa aparecen halos coloreados en los bordes, quiere decir que la aberración cromática -un “mal” imposible de eliminar en todo instrumento de refracción- no ha sido reducida en la medida deseable. Del mismo modo, habrá que comprobar con pruebas prácticas, comparando prismáticos de marcas y características diferentes, que la imagen sea bien definida y luminosa, no sólo en la parte central, sino también hacia los bordes del campo, ya que otro de los puntos débiles de las ópticas de mala calidad es la distorsión de la imagen en los bordes. Finalmente, unos prismáticos con lentes bien tratadas por el fabricante ofrecen imágenes más nítidas y contrastadas, lo cual permite conseguir un mayor poder de resolución, aspecto especialmente importante para la observación astronómica. La mecánica debe ser precisa y sólida, y la regulación del enfoque no debe proceder a saltos.
Entre los dos diseños ópticos más utilizados para los prismáticos, el de prismas de cabeza y el de prismas de Porro, el segundo es preferible, aun cuando estos instrumentos pesan más y tienen mayores dimensiones.
A propósito del peso, cuando se superan los 8 o 10 aumentos, los prismáticos para observaciones nocturnas se vuelven pesados; el cansancio hace temblar la mano y dificulta la visión. En estos casos, es absolutamente indispensable procurarse un apoyo del tipo de un trípode fotográfico, si las observaciones se realizan de pie, o fabricarse uno mismo un soporte adaptado a los apoyabrazos de una tumbona.