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Cantalejo, Cuéllar, Fuentes de La Granja, Hoces del Duratón, La Granja de San Ildefonso, Pedraza, Segovia, Sepúlveda, Tren a Segovia, Turégano, ver mundo
En esta ocasión vamos a visitar la bonita y singular provincia de Segovia. Marcada por su rica historia y sembrada de monumentos; porque Segovia es… un mundo por descubrir.
Empezamos nuestro viaje subiéndonos al tren Alvia que sale de Gijón a las 10:48 y llega a Segovia en cuatro horas y media. Allí nos espera un coche de apoyo para dirigirnos a la populosa localidad de Cantalejo, donde establecemos nuestro cuartel general. De camino nos detenemos en el pueblo de Turégano, con su magnífico castillo medieval de origen celtíbero. El castillo, ahora en obras, tiene la particularidad de acoger entre sus murallas -desde el siglo XV- a la Iglesia de San Miguel, templo románico de tres naves y torre sobre crucero. El conjunto es Bien de Interés Cultural y Monumento Histórico-Artístico desde 1931. El pueblo tiene un fascinante aspecto medieval, con su espléndida Plaza Mayor asoportalada.
Al día siguiente visitamos Segovia capital. Histórica ciudad, con más de 50.000 habitantes, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985. De origen celtíbero -Edad del Bronce-, fue atacada por Viriato por su lealtad con los romanos, y cuentan que sus habitantes prefirieron ver ejecutar a sus mujeres e hijos antes que romper con Roma. Tal grado de compromiso con el imperio tuvo sus frutos, y tal vez uno de ellos fuera la construcción del magnífico acueducto que, construido en tiempos del emperador Trajano, trajo agua a la ciudad hasta 1973. Se construyó con sillares de granito, sin argamasa entre ellos, y posiblemente sea la obra civil más importante y mejor conservada de España. El tamaño de Segovia facilita su recorrido a pie. Empezamos por su Plaza Mayor, muy concurrida por ser Día de Mercado. Allí vemos su imponente catedral gótica, construida entre los siglos XVI y XVIII. Al hallarse en obras, en las fotos vemos solamente una vista parcial y uno de sus pináculos.
Vamos callejeando y admirando sus palacios y casas señoriales. En las fotos podemos ver la Casa de los Picos, el Palacio de Cascales (ambos del siglo XV) y la Iglesia de San Martín; así como una parte de su muralla.
Finalizamos la visita con el gran Alcázar de Segovia, castillo medieval del siglo XII, famoso en todo el mundo por su singular apariencia de palacio de cuento de hadas. Se dice que inspiró a Walt Disney para el castillo de la malvada madrastra en su película «Blancanieves y los siete enanitos». También se rodaron series y películas como «Camelot», musical de 1967. Fue Fortaleza de los Reyes de Castilla, prisión, Real Escuela de Artillería y museo militar en la actualidad. Construido sobre una gran roca, tal parece un barco visto desde su parte trasera. Es uno de los monumentos más visitados de España.
Amanece un nuevo día en tierras segovianas. Nos acercamos al municipio de Sepúlveda, Conjunto Histórico-Artístico desde 1951 y uno de los pueblos más bonitos de España. Para ser un pequeño pueblo de unos 1.000 habitantes tiene mucho que ver y admirar. También de origen celtíbero, conquistada por los romanos, ocupada por visigodos, luego por musulmanes, reconquistada por cristianos y asediada por Napoleón, a Sepúlveda le sobra historia que contar. Esta villa medieval tiene castillo -hoy ayuntamiento-, murallas con cinco de sus puertas, iglesias, museos y el Centro de Interpretación del Parque Natural de las Hoces del Duratón. Sentarse en una de las terrazas de la Plaza Mayor, con sus soportales, viendo la Torre del Reloj -nido de cigüeña incluido-, es todo un placer. Degustar pan del bueno, pasteles o galletas en alguno de sus obradores, toda una delicia. Dando un pequeño paseo nos acercamos a la Iglesia de la Virgen de la Peña, santuario del siglo XII situado a las afueras del pueblo, en una explanada con un mirador desde el que se divisan las primeras Hoces del río Duratón, de las que hablaremos más adelante. Saliendo del pueblo, ya en carretera, hicimos una parada para sacar una foto de toda la población.
Continuamos viaje hacia un nuevo y apasionante destino: Pedraza, villa medieval amurallada donde el tiempo parece haberse detenido. Es otro de mis pueblos favoritos, al tener un precioso castillo y un casco urbano en excelente estado de conservación. Además de la puerta de entrada a la villa y la antigua cárcel, la Plaza Mayor porticada es sencillamente espectacular. Paseamos por el pueblo descubriendo calles, palacios y rincones fascinantes. Hay una fiesta que no os podéis perder: La Noche de las Velas, que se celebra los dos primeros sábados de Julio. Todas las calles, ventanas y balcones del pueblo se iluminan solo con velas, propiciando un ambiente romántico y sobrecogedor. Se ameniza con una orquesta de música clásica en la Plaza Mayor. En cuanto al castillo de Pedraza fue construido en el siglo XIII sobre antiguas fortificaciones romanas y árabes. En él habitaron diferentes nobles, sirvió de ilustre cárcel y fue testigo de truculentas leyendas. Actualmente pertenece a los descendientes del pintor Ignacio Zuloaga, quien lo adquirió en 1926. Además del recinto del castillo pueden visitarse las dos torres, que albergan el museo y estudio del pintor respectivamente. Encima de la puerta de entrada cuelga de una cadena un viejo cartel que pone: «hoy sí se visita»; suponemos que al darle la vuelta pondrá lo contrario. En el castillo también se celebran bodas y otros eventos.
Al caer la tarde nos acercamos a otra localidad de origen medieval: Cuéllar, pueblo grande -cerca de 9.600 habitantes-, fundado por segunda vez en el siglo XI, aunque hay vestigios de poblamiento desde la Edad del Hierro. La primera repoblación medieval fue efímera, ya que el poblado tuvo sus más y sus menos con el moro Almanzor que pasó por allí en el año 977, arrasando, y se llevó a sus habitantes a Andalucía para que trabajasen gratis; vamos, lo que son esclavos de toda la vida. Cuéllar tiene murallas y castillo. El conjunto amurallado es de los más importantes de Castilla y León. Está formado por dos recintos: uno superior, más fortificado, y otro inferior, más urbano, ambos con contramuralla; su longitud aproximada es de dos kilómetros. En cuanto al Castillo de Cuéllar, o de los Duques de Alburquerque, se empezó a construir en el siglo XI, aunque la mayor parte data de los siglos XV y XVI. Es Bien de Interés Cultural desde 1931. Es de planta rectangular con cuatro torreones en las esquinas. Acoge la Oficina de Turismo y, aunque se puede visitar, su interior se utiliza como Instituto de Secundaria. En cuanto a festejos, allí se celebran los encierros más antiguos de España.
Con el nuevo día nos dirigimos a La Granja de San Ildefonso, bella localidad situada a los pies de la sierra de Guadarrama y muy cercana a Segovia capital. Tiene algo más de 5.000 habitantes y es Conjunto Histórico-Monumental. Alberga la Real Fábrica de Cristales, donde podemos ver a los sopladores de vidrio y, como no, el Real Sitio de San Ildefonso; lugar emblemático para la realeza, donde el rey Felipe V empezó a construir el Palacio Real con sus jardines y fuentes, al gusto de la época. El resultado es un viaje en el tiempo al siglo XVIII, imaginándonos a reyes y cortesanos paseando por estos magníficos jardines con suntuosas fuentes. Fuentes monumentales que se encienden varios días al año con espectaculares chorros de agua en todas direcciones. El público se suele acercar en exceso y hay quien termina literalmente empapado… Lo pasamos en grande corriendo de una a otra para no perdernos ninguno de sus juegos de agua.
Amanece un nuevo día en Cantalejo. Hoy cambiamos el coche de apoyo y nos llevan a visitar las asombrosas Hoces del río Duratón. Aquí es imprescindible llevar prismáticos para no perderse detalle de la flora y fauna del lugar, sobre todo el vuelo de los buitres leonados y águilas imperiales que sobrevuelan la zona. Anidan en las paredes de roca caliza que el río ha ido erosionando con el paso de los siglos. Para llegar hay que dejar la carretera general y tomar una pista de tierra hasta que llegamos a la zona de aparcamiento. A partir de ahí toca ir a pie -2 km. ida y vuelta- hasta la Ermita de San Frutos; allí finaliza una de las rutas del Parque Natural donde podremos asomarnos a contemplar los meandros y cañones que va formando el cauce del río. Durante el recorrido hay miradores para ver el paisaje en toda su grandeza. La ermita es románica, del siglo XII, y es lo que queda de un antiguo monasterio benedictino. Tiene su leyenda: San Frutos era un ermitaño que se retiró a estos parajes para orar junto con sus hermanos hasta su muerte. A la ermita se accede por un puente de piedra que salva una gran grieta, llamada «La Cuchillada»; se dice que fue el santo quien, con su báculo, creó el puente para salvar a unos cristianos perseguidos por los moros. Bajo el altar de la ermita hay una piedra que llaman del santo. Dicen que si se dan tres vueltas por un estrecho pasadizo que rodea la piedra se cura la hernia y nunca se padecerán dolores de espalda; y no es de extrañar, pues visto lo angosto del pasadizo, si consigues meterte ahí y dar una sola vuelta es que tienes una espalda a prueba de bomba…
Y aquí termina nuestro periplo segoviano. Hemos visto lugares increíbles. No están todos los que son, pero sí son todos los que están; y es que Segovia es… un mundo por descubrir.
Información técnica: Fotos realizadas, a mano alzada, con cámara analógica Pentax MZ-5, objetivo zoom 28-70mm. y filtro polarizador. Película Kodak Gold y VR. Digitalizadas y editadas.
Información turística: folletos Oficinas de Turismo de Segovia, Cuéllar, Pedraza y La Granja.
–Mª Angeles Álamo (hospedaje y avituallamiento).
-Rebeca Benito (planificación, guía acompañante y coche de apoyo 1).
-Óscar Figaredo (coche de apoyo 2).
-Gustavo Benito (coche de apoyo 3)
Texto y fotos: Mario Figaredo
FIN