De fotos por…Segovia

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En esta ocasión vamos a visitar la bonita y singular provincia de Segovia. Marcada por su rica historia y sembrada de monumentos; porque Segovia es… un mundo por descubrir.

Empezamos nuestro viaje subiéndonos al tren Alvia que sale de Gijón a las 10:48 y llega a Segovia en cuatro horas y media. Allí nos espera un coche de apoyo para dirigirnos a la populosa localidad de Cantalejo, donde establecemos nuestro cuartel general. De camino nos detenemos en el pueblo de Turégano, con su magnífico castillo medieval de origen celtíbero. El castillo, ahora en obras, tiene la particularidad de acoger entre sus murallas -desde el siglo XV- a la Iglesia de San Miguel, templo románico de tres naves y torre sobre crucero. El conjunto es Bien de Interés Cultural y Monumento Histórico-Artístico desde 1931. El pueblo tiene un fascinante aspecto medieval, con su espléndida Plaza Mayor asoportalada.

Castillo de Turégano. Foto Figaredo, Gijón Entrada al Castillo de Turégano. Foto Figaredo, Gijón Al día siguiente visitamos Segovia capital. Histórica ciudad, con más de 50.000 habitantes, declarada Patrimonio de la Humanidad  en 1985. De origen celtíbero -Edad del Bronce-, fue atacada por Viriato por su lealtad con los romanos, y cuentan que sus habitantes prefirieron ver ejecutar a sus mujeres e hijos antes que romper con Roma. Tal grado de compromiso con el imperio tuvo sus frutos, y tal vez uno de ellos fuera la construcción del magnífico acueducto que, construido en tiempos del emperador Trajano, trajo agua a la ciudad hasta 1973. Se construyó con sillares de granito, sin argamasa entre ellos, y posiblemente sea la obra civil más importante y mejor conservada de España.Acueducto de Segovia. Foto Figaredo, Gijón El acueducto romano de Segovia. Foto Figaredo, GijónEl tamaño de Segovia facilita su recorrido a pie. Empezamos por su Plaza Mayor, muy concurrida por ser Día de Mercado. Allí vemos su imponente catedral gótica, construida entre los siglos XVI y XVIII. Al hallarse en obras, en las fotos vemos solamente una vista parcial y uno de sus pináculos.

Vista general de Segovia. Foto Figaredo, Gijón

Catedral de Segovia, vista parcial. Foto Figaredo, Gijón Pináculo de la Catedral de Segovia. Foto Figaredo, Gijón

Vamos callejeando y admirando sus palacios y casas señoriales. En las fotos podemos ver la Casa de los Picos, el Palacio de Cascales (ambos del siglo XV) y la Iglesia de San Martín; así como una parte de su muralla.

Casona de Segovia. Foto Figaredo, GijónPalacio en Segovia. Foto Figaredo, GijónIglesia en Segovia. Foto Figaredo, GijónVista parcial. Foto Figaredo, GijónFinalizamos la visita con el gran Alcázar de Segovia, castillo medieval del siglo XII, famoso en todo el mundo por su singular apariencia de palacio de cuento de hadas. Se dice que inspiró a Walt Disney para el castillo de la malvada madrastra en su película «Blancanieves y los siete enanitos». También se rodaron series y películas como «Camelot», musical de 1967. Fue Fortaleza de los Reyes de Castilla, prisión, Real Escuela de Artillería y museo militar en la actualidad. Construido sobre una gran roca, tal parece un barco visto desde su parte trasera. Es uno de los monumentos más visitados de España.

Alcázar de Segovia visto desde abajo. Foto Figaredo, GijónVista parcial del Alcázar. Foto Figaredo, Gijón Alcázar de Segovia, vista parcial. Foto Figaredo, Gijón Torre del Alcázar de Segovia. Foto Figaredo, Gijón

Amanece un nuevo día en tierras segovianas. Nos acercamos al municipio de Sepúlveda, Conjunto Histórico-Artístico desde 1951 y uno de los pueblos más bonitos de España. Para ser un pequeño pueblo de unos 1.000 habitantes tiene mucho que ver y admirar. También de origen celtíbero, conquistada por los romanos, ocupada por visigodos, luego por musulmanes, reconquistada por cristianos y asediada por Napoleón, a Sepúlveda le sobra historia que contar. Esta villa medieval tiene castillo -hoy ayuntamiento-, murallas con cinco de sus puertas, iglesias, museos y el Centro de Interpretación del Parque Natural de las Hoces del Duratón. Sentarse en una de las terrazas de la Plaza Mayor, con sus soportales, viendo la Torre del Reloj -nido de cigüeña incluido-, es todo un placer. Degustar pan del bueno, pasteles o galletas en alguno de sus obradores, toda una delicia. Dando un pequeño paseo nos acercamos a la Iglesia de la Virgen de la Peña, santuario del siglo XII situado a las afueras del pueblo, en una explanada con un mirador desde el que se divisan las primeras Hoces del río Duratón, de las que hablaremos más adelante. Saliendo del pueblo, ya en carretera, hicimos una parada para sacar una foto de toda la población.

Castiilo y Ayuntamiento de Sepúlveda. Foto Figaredo, Gijón

Santuario de la Virgen de la Peña. Foto Figaredo, Gijón Vista general de Sepúlveda. Foto Figaredo, GijónContinuamos viaje hacia un nuevo y apasionante destino: Pedraza, villa medieval amurallada donde el tiempo parece haberse detenido. Es otro de mis pueblos favoritos, al tener un precioso castillo y un casco urbano en excelente estado de conservación. Además de la puerta de entrada a la villa y la antigua cárcel, la Plaza Mayor porticada es sencillamente espectacular. Paseamos por el pueblo descubriendo calles, palacios y rincones fascinantes. Hay una fiesta que no os podéis perder: La Noche de las Velas, que se celebra los dos primeros sábados de Julio. Todas las calles, ventanas y balcones del pueblo se iluminan solo con velas, propiciando un ambiente romántico y sobrecogedor. Se ameniza con una orquesta de música clásica en la Plaza Mayor. En cuanto al castillo de Pedraza fue construido en el siglo XIII sobre antiguas fortificaciones romanas y árabes. En él habitaron diferentes nobles, sirvió de ilustre cárcel y fue testigo de truculentas leyendas. Actualmente pertenece a los descendientes del pintor Ignacio Zuloaga, quien lo adquirió en 1926. Además del recinto del castillo pueden visitarse las dos torres, que albergan el museo y estudio del pintor respectivamente. Encima de la puerta de entrada cuelga de una cadena un viejo cartel que pone: «hoy sí se visita»; suponemos que al darle la vuelta pondrá lo contrario. En el castillo también se celebran bodas y otros eventos.

Pedraza. Foto Figaredo, GijónRincón de Pedraza. Foto Figaredo, GijónEntrada al Castillo de Pedraza. Foto Figaredo, Gijón Torres del Castillo. Foto Figaredo, GijónAl caer la tarde nos acercamos a otra localidad de origen medieval: Cuéllar, pueblo grande -cerca de 9.600 habitantes-, fundado por segunda vez en el siglo XI, aunque hay vestigios de poblamiento desde la Edad del Hierro. La primera repoblación medieval fue efímera, ya que el poblado tuvo sus más y sus menos con el moro Almanzor que pasó por allí en el año 977, arrasando, y se llevó a sus habitantes a Andalucía para que trabajasen gratis; vamos, lo que son esclavos de toda la vida. Cuéllar tiene murallas y castillo. El conjunto amurallado es de los más importantes de Castilla y León. Está formado por dos recintos: uno superior, más fortificado, y otro inferior, más urbano, ambos con contramuralla; su longitud aproximada es de dos kilómetros. En cuanto al Castillo de Cuéllar, o de los Duques de Alburquerque, se empezó a construir en el siglo XI, aunque la mayor parte data de los siglos XV y XVI. Es Bien de Interés Cultural desde 1931. Es de planta rectangular con cuatro torreones en las esquinas. Acoge la Oficina de Turismo y, aunque se puede visitar, su interior se utiliza como Instituto de Secundaria. En cuanto a festejos, allí se celebran los encierros más antiguos de España.

Castillo de Cuéllar, vista parcial. Foto Figaredo, Gijón Castillo de Cuéllar desde la muralla. Foto Figaredo, Gijón Castillo de Cuellar desde el Patio de Armas. Foto Figaredo, Gijón Tronera de castillo. Foto Figaredo, Gijón Vista parcial de Cuéllar desde la muralla del castillo. Foto Figaredo, Gijón

Con el nuevo día nos dirigimos a La Granja de San Ildefonso, bella localidad situada a los pies de la sierra de Guadarrama y muy cercana a Segovia capital. Tiene algo más de 5.000 habitantes y es Conjunto Histórico-Monumental. Alberga la Real Fábrica de Cristales, donde podemos ver a los sopladores de vidrio y, como no, el Real Sitio de San Ildefonso; lugar emblemático para la realeza, donde el rey Felipe V empezó a construir el Palacio Real con sus jardines y fuentes, al gusto de la época. El resultado es un viaje en el tiempo al siglo XVIII, imaginándonos a reyes y cortesanos paseando por estos magníficos jardines con suntuosas fuentes. Fuentes monumentales que se encienden varios días al año con espectaculares chorros de agua en todas direcciones. El público se suele acercar en exceso y hay quien termina literalmente empapado… Lo pasamos en grande corriendo de una a otra para no perdernos ninguno de sus juegos de agua.

Jardines del Palacio Real. Foto Figaredo, GijónFuente en el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso. Foto Figaredo, GijónFuente en el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso. Foto Figaredo, GijónFuente en el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso. Foto Figaredo, GijónFuente en el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso. Foto Figaredo, GijónAmanece un nuevo día en Cantalejo. Hoy cambiamos el coche de apoyo y nos llevan a visitar las asombrosas Hoces del río Duratón. Aquí es imprescindible llevar prismáticos para no perderse detalle de la flora y fauna del lugar, sobre todo el vuelo de los buitres leonados y águilas imperiales que sobrevuelan la zona. Anidan en las paredes de roca caliza que el río ha ido erosionando con el paso de los siglos. Para llegar hay que dejar la carretera general y tomar una pista de tierra hasta que llegamos a la zona de aparcamiento. A partir de ahí toca ir a pie -2 km. ida y vuelta- hasta la Ermita de San Frutos; allí finaliza una de las rutas del Parque Natural donde podremos asomarnos a contemplar los meandros y cañones que va formando el cauce del río. Durante el recorrido hay miradores para ver el paisaje en toda su grandeza. La ermita es románica, del siglo XII, y es lo que queda de un antiguo monasterio benedictino. Tiene su leyenda: San Frutos era un ermitaño que se retiró a estos parajes para orar junto con sus hermanos hasta su muerte. A la ermita se accede por un puente de piedra que salva una gran grieta, llamada «La Cuchillada»; se dice que fue el santo quien, con su báculo, creó el puente para salvar a unos cristianos perseguidos por los moros. Bajo el altar de la ermita hay una piedra que llaman del santo. Dicen que si se dan tres vueltas por un estrecho pasadizo que rodea la piedra se cura la hernia y nunca se padecerán dolores de espalda; y no es de extrañar, pues visto lo angosto del pasadizo, si consigues meterte ahí y dar una sola vuelta es que tienes una espalda a prueba de bomba…

Parque Natural de las Hoces del Duratón. Foto Figaredo, Gijón.Meandro del río Duratón. Foto Figaredo, Gijón Río Duratón. Foto Figaredo, GijónErmita sobre el río Duratón. Foto Figaredo, Gijón.Situada en las Hoces del Duratón. Foto Figaredo, Gijón.Vista del río Duratón desde la ermita. Foto Figaredo, Gijón.Vidriera en Ermita de San Frutos. Foto Figaredo, Gijón.Y aquí termina nuestro periplo segoviano. Hemos visto lugares increíbles. No están todos los que son, pero sí son todos los que están; y es que Segovia es… un mundo por descubrir.

Información técnica: Fotos realizadas, a mano alzada, con cámara analógica Pentax MZ-5, objetivo zoom 28-70mm. y filtro polarizador. Película Kodak Gold y VR. Digitalizadas y editadas.

Información turística: folletos Oficinas de Turismo de Segovia, Cuéllar, Pedraza y La Granja.

Agradecimientos:

Mª Angeles Álamo (hospedaje y avituallamiento).

-Rebeca Benito (planificación, guía acompañante y coche de apoyo 1).

-Óscar Figaredo (coche de apoyo 2).

-Gustavo Benito (coche de apoyo 3)

 

Texto y fotos: Mario Figaredo

 

FIN

 

 

 

 

 

Fotógrafos de calle

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En el viejo Gijón, desde los años 40 hasta finales de los 60 del pasado siglo, existió un gremio muy popular: los fotógrafos de calle. En aquella época muy poca gente tenía acceso a una cámara de fotos. Era un artículo caro y escaso, de importación; además había que entender su manejo y conocer los secretos del revelado. Eran los tiempos de la foto en blanco y negro. Aunque también había estudios de fotografía, su visita se reservaba para una ocasión especial, por ejemplo, una boda. El auténtico fotógrafo de calle tenía su estrategia: frecuentaba lugares de paseo y larga estancia, como la playa, el parque o las romerías. Se mezclaba entre la gente, con su cámara al cuello, y ofrecía sus servicios a parejas o familias. Les preguntaba ¿foto?, al tiempo que señalaba su cámara. La mayoría accedían encantados y posaban siguiendo sus instrucciones; al fin y al cabo el servicio era económico. Luego les pedía su dirección y, pocos días más tarde, la foto era entregada en el domicilio del cliente.

José Figaredo buscando clientesFotógrafo de calle en acción

Los fotógrafos de calle se conocían y respetaban. No se ponían demasiado cerca unos de otros para que hubiera negocio para todos. Iban muy elegantes, todos de traje y corbata. Recuerdo a varios: Guerrero, Vegafer, Perlines… Mi padre, José Figaredo -Pepe para los amigos- era uno de ellos. Muy profesional. Siempre sonriente.

grupo de Fotógrafos en el parque Isabel La Católica

Eran tiempos difíciles, por lo que el pluriempleo estaba a la orden del día; en el caso de mi padre trabajaba también en el ayuntamiento, en la oficina de turismo «siete villas» sita en la plaza del Parchís, junto al Museo de la Gaita. Anteriormente, también trabajó en los fielatos (casetas, situadas en las entradas de la ciudad, para el cobro de arbitrios). Mientras tanto, mi madre -Charo- revelaba las fotos que luego se llevaban a domicilio. Cada cual se las ingeniaba para tener un cuarto oscuro en casa, a modo de laboratorio. Posteriormente, en 1970, abrieron Foto Figaredo.

Rosario Fernández, Charo

A juzgar por las fotos que tengo de ellos, parece que a todos les iba la fiesta y el cachondeo. Siempre de broma y buen rollo; era lógico, pues coincidían en múltiples eventos festivos: bodas, discotecas, bailes, merenderos, fiestas de prao… Recuerdo a mi padre que, cuando iba alegre, se arrancaba a cantar tangos con los compañeros; y, la verdad, cantaba mucho y bien. No tenían redes sociales y se cultivaba la amistad en persona, de tú a tú, el aquí y ahora.

El fotógrafo de calle es el reflejo de una época, con sus luces y sus sombras. Tiempos pretéritos en los que la mayoría trabajaba mucho y ganaba poco, aunque sabían divertirse con sencillez, sin pedir demasiado a la vida.

Dejaron tras de sí un valioso patrimonio gráfico, que da veraz testimonio de las personas, costumbres, peinados y forma de vestir de aquellos años, donde la elegancia primaba. Uno de los gremios desaparecidos por la evolución de la sociedad, el progreso y la tecnología. Quizá, con el paso del tiempo, lo que ahora parece normal será observado con asombro y regocijo por las generaciones venideras. En definitiva, los fotógrafos de calle han formado parte de la historia de la fotografía y, de alguna manera, de la historia de Gijón.

 

Vicente Montero, artista sostenible.

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Vicente Rafael Montero Sánchez (Oviedo, 1946) es un viejo conocido de esta casa. Durante toda su vida ha sentido curiosidad e interés por las artes plásticas y la música, siendo autodidacta en ambas disciplinas. Ha centrado su interés en el arte de la pintura y escultura abstracta, que crea con desechos metálicos. Ha realizado exposiciones individuales y colectivas dentro y fuera de Asturias.

Pintura abstracta con desechos metálicos. Foto de Vicente Montero

Conocimos a Vicente hace bastantes años, cuando venía a revelar sus carretes de fotos. Un día nos preguntó si teníamos chatarra metálica y le ofrecimos cámaras que traía el mecánico, de las que no tenían arreglo; las despiezaba y aprovechaba pequeños componentes, como muelles, aros o tornillos. De carácter afable y trato cordial enseguida empezamos a conversar y a seguir su trayectoria. Siempre nos ha parecido una excelente idea dar una segunda vida a todos esos desechos metálicos que, de otra manera, acabarían en la basura. Y es que la sostenibilidad no es cosa de ahora. Recuerdo, en mi infancia, cuando íbamos a llevar las botellas de vidrio a la tienda para reutilizarlas. Pagaban por ellas y apenas había plástico.

Pintura-escultura con desechos metálicos. Foto de Vicente Montero

Lo último de Vicente Montero ha sido su participación en EXPOPeregrina 2022, una exposición itinerante de artes plásticas y visuales que ha partido de Oviedo, en Febrero, y terminará en Santiago de Compostela, allá por el mes de Septiembre, recorriendo el Camino Primitivo. La Asociación Cultural GAPAsturias ha puesto en marcha este proyecto que, a través de interesantes piezas artísticas de distinto formato, no solo ayuda a potenciar nuestra marca turística, sino que también pone de manifiesto la gran importancia que el Camino Primitivo ha tenido y tiene para toda Asturias. Los artistas participantes han conseguido transmitir con sus obras la esencia del Camino de Santiago; un recurso turístico internacional de primer orden, pero también un viaje vital de honda trascendencia espiritual que todos deberíamos hacer, al menos, una vez en la vida. El camino está jalonado de capillas, ermitas, conventos, palacios y antiguos hospitales, donde el arte y el conocimiento dejaron su impronta. La EXPOPeregrina es un homenaje a esa diversidad y capacidad de itinerancia de la cultura que fue, y sigue siendo, el Camino de Santiago. Las obras que la integran plasman a través de sus creadores la visión que en el siglo XXI tienen de lo que para ellos es el Camino. Cerámica, escultura, pintura y fotografía, hacen un peregrinaje desde Oviedo a Santiago, para mostrar que el Camino sigue siendo una forma de comunicación, difusión y enriquecimiento cultural lo mismo en el siglo XI que en el XXI. El público puede votar por la mejor obra en la web: www.gapasturias.com/expoperegrina2022.

web para votaciones

Las obras que presenta Vicente Montero son dos esculturas abstractas figurativas realizadas con materiales metálicos procedentes de desechos industriales. La primera se titula «Lauro» y en palabras de su autor «representa los sentimientos de recompensa, agrado y triunfo de un peregrino en su llegada a la meta ansiada». Mide 24x46cm y pesa 11 kilos.

Escultura metálica. Foto Figaredo, Gijón

La segunda obra se titula «En peregrinación» y Vicente la describe como «un peregrino en ruta hacia su deseado destino». Mide 10x18cm y pesa 800 gramos.

escultura metálica. Foto Figaredo, Gijón

Para ambas fotografías, Vicente Montero ha confiado en Foto Figaredo.

La imagen fotográfica

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«En este libro se estudian, de forma integrada, los diferentes conceptos y técnicas propios de la fotografía, subrayando la importancia de los resultados del proceso fotográfico y atendiendo a los aspectos significativos actuales de la actividad fotográfica, en particular los relacionados con el cambio de tecnologías. Los conceptos, las técnicas y los procesos fotográficos son explicados en profundidad desde un planteamiento acorde con la consideración de la fotografía como arte»

libros especializados en fotografía. Foto Figaredo, Gijón

Este es el enunciado del nuevo libro que la editorial Akal acaba de sacar al mercado para el sector fotográfico y estudiantes de Bellas Artes. Sus autores son Joaquín Perea González, Luis Castelo Sardina y Jaime Munárriz Ortiz.

No hay que pensar que se trata de un libro con términos incomprensibles para los no iniciados en el noble arte de la fotografía. Todos los libros que tenemos de esta editorial, a pesar de ser especializados en el tema, son adecuados para quien quiera aprender a hacer mejores fotos, tanto en la parte artística como en la técnica.

El arte de la fotografía empieza, por ejemplo, con el encuadre: ver qué es lo que queremos retratar, cómo lo queremos plasmar y dónde lo queremos colocar. esto nos lleva al manido término del «mensaje», hoy enormemente amplificado por el efecto multiplicador de las redes sociales; y es que existen fotos épicas que han llamado la atención del mundo sobre una guerra, una hambruna, o un sentimiento. La otra parte del encuadre es saber en qué parte del mismo colocamos el motivo principal, para que la vista se pose rápidamente en él; para esto utilizaremos el centro de la imagen, si el resto carece de interés, o la regla de los tercios para dejar espacio a otros elementos. Esta última ya se utilizaba, desde la antigüedad, por los maestros de la pintura. Era conocida como  la regla áurea o de la divina proporción y se basa en dividir el lienzo en tres partes, tanto horizontales como verticales, utilizando los puntos de intersección como lugares clave en el encuadre. Ahí se supone que están los  puntos calientes para la atención y, por tanto, los lugares del encuadre idóneos para el motivo más importante de la obra. En fotografía se usa mucho, por ejemplo, para colocar la cara de una persona y dejar espacio libre para ver lo que está mirando.

En la parte técnica es imprescindible conocer el funcionamiento del enfoque, la velocidad de obturación y la abertura del objetivo. La combinación de estas tres variables nos llevarán al dominio de la profundidad de campo; es decir, poder resaltar un motivo desenfocando el resto, o bien tener todo el campo de visión enfocado. Esas tres variables también nos permitirán jugar con la sensación de movimiento y el ritmo en la imagen. Todo esto abre un enorme campo a la creatividad en la toma de imágenes.

Por último, gracias a las nuevas tecnologías, podemos editar la imagen obtenida mejorando parámetros como el brillo, contraste, saturación, curvas de nivel y balance de color. También abre la posibilidad de eliminación de elementos no deseados en la foto (como cables, coches o viandantes).

Todo esto y mucho más, aderezado con multitud de ejemplos, encontraremos en este y otros libros especializados en fotografía de esta editorial. Mejorar vuestras fotos, huyendo de la mediocridad, es posible leyendo y aprendiendo.

 

Accesorios para cámara de fotos SLR

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Cuando compramos, o nos regalan, una cámara de fotos tipo réflex, suele venir «pelada»; es decir, cuerpo, objetivo, batería y, todo lo más, una correa para colgarla al hombro. Evidentemente faltan «cosas» para hacer buenas fotos y salvaguardar la integridad del equipo. Hablamos de accesorios.

cajita para guardar filtro. Foto Figaredo, Gijón

Empecemos por los filtros; quizá uno de los principales accesorios para mejorar la calidad de vuestras fotos. Los básicos son el UV (ultravioleta) y el PL (polarizador). El primero sirve para neutralizar la radiación ultravioleta que, entrando por el objetivo, es la culpable de ese tono azulado que presentan las imágenes tomadas junto al mar, o en la montaña, en días soleados. También protege la lente frontal de pequeños golpes, rayaduras y huellas dactilares. Puede y debe estar siempre puesto ya que, al ser transparente, no influye en la exposición de la fotografía. En cuanto al segundo es de quita y pon: El filtro polarizador se usa principalmente para reforzar los colores en días soleados. Se nota, sobre todo, en un cielo más azul y unas nubes más blancas; además, en paisajes, realza la línea del horizonte sobre el cielo. También tiene la propiedad de eliminar reflejos en superficies acristaladas. Sus efectos son graduables según se gire la arandela móvil que lleva. El filtro polarizador, de color gris oscuro, sí que influye en la exposición de la fotografía, llegando a reducir esta en un diafragma y medio aproximadamente. Viene a ser como ponerle unas buenas gafas de sol a vuestra cámara. Si no vienen con la cámara, o si los habéis perdido, no os olvidéis tampoco de una tapa y un parasol para el objetivo, accesorios baratos y muy útiles; además, claro está, de una tarjeta de memoria de repuesto.

imagen tomada con filtro polarizador. Foto Figaredo, Gijón Filtro PL circular 52mm. Foto Figaredo, Gijóndescatalogada tarjeta de memoria con 4Gb. Foto Figaredo, Gijón

Otro de los accesorios imprescindibles para hacer determinadas fotos son los trípodes. Están los trípodes propiamente dichos, para colocar en el suelo, con sus tres patas extensibles. Lo ideal es que alcancen la altura de una persona para no tener que agacharse. Ofrecen gran estabilidad para que las tomas de larga exposición no queden movidas. También se utilizan para observaciones con prismáticos o telescopios. Luego tenemos el monopié, que viene a ser un palo extensible para que la cámara no oscile tanto cuando trabajamos con teleobjetivo. Los mejores modelos llevan tres mini-patas, en su parte inferior, para dotarlo de más estabilidad. Es útil en la fotografía de safari y para los fotógrafos deportivos porque ocupa menos espacio que el trípode y tiene más movilidad. Por último están los mini-trípodes. Se utilizan para poner encima de una mesa, o en el techo de un coche, y hacer divertidas fotos familiares con el auto-disparador o improvisadas fotos en larga exposición.

Trípode fotográfico negro. Foto Figaredo, GijónTrípode fotográfico grande para cámaras SLR. Foto Figaredo, Gijón caja de monopié gama baja. Foto Figaredo, Gijóntrípode de sobremesa. Foto Figaredo, Gijóntrípode fotográfico mini. Foto Figaredo, Gijón

Por último repasaremos los accesorios diseñados para la protección y limpieza de nuestro equipo: el primero que necesitaremos es una funda, o bolsa, que sirva para proteger la cámara y objetivos de posibles golpes; además de tener guardados y ordenados todos los elementos del equipo. Si sois de llevar solo la cámara y un objetivo zoom, os vale una buena funda que permita llevar montados ambos elementos para ser el más rápido en disparar… Si preferís llevarlo todo es más conveniente una bolsa, o incluso una mochila, con departamentos que os faciliten el orden y la rápida localización de cualquier óptica o accesorio.

funda para cámara SLR. Foto Figaredo, GijónBolsa para equipo fotográfico SLR. Foto Figaredo, Gijón

Para finalizar, no podemos olvidarnos de la limpieza del cuerpo, objetivo y filtros de vuestra cámara. En este apartado destacan los kits de limpieza, que reúnen todo lo necesario para tal fin: Una pera de aire, líquido para la lente, papel especial y una especie de bastoncillos o cepillo para el sensor. En la lente frontal del objetivo primero se usa el aire para desalojar partículas grandes o granos de arena, y luego se empapa el papel con el liquido aplicándolo con suaves movimientos circulares. Con estos cuidados vuestra cámara SLR estará en buen uso durante años.

Pera de aire. Foto Figaredo, Gijón pera de aire, liquido limpiador y papel seda. Foto Figaredo, Gijón

De fotos por… la Universidad Laboral de Gijón

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El 6 de Octubre de 1945 se constituye la fundación benéfico-docente “José Antonio
Girón”. Su objetivo era “la formación cultural, moral, patriótica y profesional de
niños huérfanos cuyos padres hayan sido víctimas de accidentes de trabajo en la
minería”. El 4 de Abril de 1946 se declara por decreto la urgente construcción de un
orfanato minero en Gijón. El edificio debería acoger a mil alumnos internos más un
número variable de alumnos externos. La Universidad Laboral de Gijón cobra forma.
Las obras comienzan el 1 de Abril de 1948, bajo la dirección del arquitecto y profesor
Luis Moya Blanco, con un grupo de arquitectos. En 1955 comienzan las clases.

Vista panorámica de la Laboral en el siglo XX

Universidad Laboral de Gijón como ciudad modelo amuralladadecumanus maximus entre la entrada y la torre.

El edificio de la Universidad Laboral de Gijón es concebido como un monumento
al trabajo, lógicamente basado en la ideología imperante en aquella época y en la
condición ecléctica e integradora del historicismo de Moya. Así pues, la idea de
trabajo no va a ser considerada como una mera actividad de subsistencia sino como
un valor supremo, ideado como piedra angular de aquella sociedad, que se organiza
en corporaciones profesionales; por tanto, la Universidad Laboral es concebida como
un modelo de ciudad tradicional, intemporal y autónoma, inspirada en el clasicismo
greco-romano. En este sentido se aprecian detalles como la orientación este-oeste del
eje del torreón de la entrada con la torre, la zona noble con su plaza central, torre,
iglesia, teatro… recogido todo ello en un recinto cerrado con aires de fortaleza. Fuera
quedan los talleres, en un nivel más bajo, pero comunicados con la zona principal
mediante una rampa que termina en una gran logia, a modo de “arco de triunfo”, que
simboliza el camino hacia el éxito y la aceptación social mediante el trabajo.

rampa y logia entre tallleres y zona noble. Universidad Laboral de Gijóngran puerta de entrada a zona noble desde talleres. Universidad Laboral de Gijón

Los talleres tienen una doble función: por un lado formación profesional industrial,
y por otro la fabricación de productos industriales para, junto con granjas y campos
de cultivo, tener una auto-suficiencia financiera (al menos parcial).

Vista parcial de los talleres de la Laboral en Gijón

La construcción de los talleres tiene en cuenta el aprovechamiento de la luz natural,
ya que las cubiertas en dientes de sierra, al tener orientación norte, proporcionan una
iluminación uniforme, sin ningún tipo de contrastes de luces y sombras que pudieran
provocar accidentes laborales. Además hay que considerar el ahorro energético que
supone esta fuente de iluminación gratuita. El nivel de iluminación conseguido en los
talleres es de excelente calidad, lo que permite llegar a realizar, incluso, trabajos de
precisión utilizando solamente luz natural. La sostenibilidad no es cosa de ahora.

típìco taller para FP en Universidad Laboral de Gijón

Al entrar en una de las naves encontramos un puesto de trabajo donde un alumno
que estuviese trabajando en una de las maquinas tendría la sensación de estar en un
local abierto al exterior, evitando cualquier sensación de claustrofobia, puesto que a
la altura de la vista hay una serie de ventanales corridos desde los que se ven patios
verdes con agradables jardines. Si nuestro alumno mira al techo verá buena parte del
cielo sin ser deslumbrado por el sol.

soportales separando los talleres del exterior. Universidad Laboral de Gijón

Un buen número de ciudades han estado amuralladas gran parte de su historia, y si
nos fijamos en el exterior de la Universidad Laboral también vemos ese concepto de
ciudad tradicional en los muros perimetrales de las fachadas, con entrantes y salientes
que se asemejan a murallas con bastiones. Dichas fachadas parecen impedir el acceso
a cualquier intruso. Existe una clara intención de remarcar la diferencia de dos
mundos; así hay un espacio interior que pretende ser culto y organizado, con
epicentro en su plaza mayor, en clara oposición a ese otro mundo exterior carente de
esos valores.

Plaza Mayor y epicentro de esa ciudad ideal. Universidad Laboral de GijónIglesia, con su torre al fondo, en Universidad Laboral de Gijón

En el centro de este modelo de ciudad aparece la iglesia como elemento principal,
custodiada por esa enorme torre a modo de campanario. Este elemento es tradicional
en las ciudades occidentales. Las clases privilegiadas construyen sus palacios en el
centro de estas ciudades, con la pretensión de remarcar su poder. Así en nuestra plaza
central se disponen las fachadas de los “palacios” más importantes, como el salón de
actos, el patronato, y el pabellón de dirección. Todos ellos con importantes funciones
de representación oficial. También la torre señala el punto más alto del perfil de la
ciudad y pretende servir de luz y guía para ese “peregrino perdido” que busque esa
ciudad mítica donde impere el orden y la cultura.

Torreón de entrada a la zona noble de la Universidad Laboral de GijónTorre de la Universidad Laboral en Gijón

Observando la puerta principal de acceso al conjunto, aparece el gran torreón de
entrada, similar al utilizado por las ciudades amuralladas, que ya aparece en la
antigua Roma y fue muy utilizado en la Edad Media. Extramuros de las ciudades
viven las clases humildes, entre los que se encuentran gran parte de los artesanos. A
nuestra ciudad tradicional tampoco le faltan esos “suburbios”, reflejados en los
talleres industriales, que de alguna manera nos están transmitiendo una jerarquía o
estatus. Contribuye a esta sensación la colocación de los talleres en el terreno, ya que
éste desciende de una manera natural, realzando esa sensación de sumisión jerárquica
al poderoso centro de la ciudad. De una manera simbólica, podemos decir que el hijo
de un trabajador, que con su tesón y esfuerzo, logra superar el duro y estricto periodo
de aprendizaje y formación en estos talleres, puede llegar a lo más alto de la sociedad
y ser admitido como miembro de pleno derecho en la clase dirigente, representada en
los palacios de la ciudad.

Universidad Laboral de Gijón; nexo entre talleres y ciudadelaescalera que sube de los talleres a logia que comunica con la zona noble. Obsérvese el efecto claraboya que simboliza el éxito. Universidad Laboral de GijónEl concepto de ciudad tradicional planteado por Luis Moya, intenta reflejar unos
pretendidos valores sobre una ciudad intemporal, cerrada, autónoma, jerarquizada, en
perfecto orden y faro de referencia cultural. Parece estar buscando un incierto paraíso
perdido, lleno de grandes valores.

Palacios en la zona noble, representando grandes valores. Universidad Laboral de GijónPalacio en zona noble de Universidad Laboral de GijónIglesia de la Universidad Laboral, Gijón detalle de fachada de la iglesia de la Universidad Laboral en Gijón Virgen de Covadonga, o Santina, sobre la puerta de la Iglesia de la Universidad Laboral en Gijón.

La Universidad Laboral de Gijón tiene un valor turístico innegable, que no se ha
querido aprovechar hasta hace poco. En los últimos 20 años del siglo XX ha estado
abandonada a su suerte; era el “patito feo” de la ciudad y su existencia era hurtada de
las guías turísticas. Las instituciones locales y regionales, mayoritariamente de signo
izquierdista, la ninguneaban por su pasado y simbología franquista. Nunca quisieron
poner en valor esta joya arquitectónica. Pongamos varios ejemplos: la torre, inspirada
en la Giralda de Sevilla, es el edificio más alto de Asturias y el de piedra más alto de
España. Tiene un ascensor para llegar al mirador que estuvo estropeado varios años.
La iglesia, hoy desacralizada, fue una obra maestra de Luis Moya, que era experto en
bóvedas tabicadas. No tiene columnas sino nervaduras de ladrillo, y es una de las
iglesias de planta elíptica más grandes del mundo. El teatro, de estilo helenístico,
poseía una acústica singular, echada a perder en su rehabilitación, además de butacas
reclinables de piel. Un antiguo escudo de España lo corona. Estuvo a punto de ser
desmantelado como casi todo el resto de simbología de época franquista. En su día
hubo mucha polémica por este tema, aunque se optó por conservarlo para la historia.

Teatro de la Universidad Laboral de Gijón antiguo escudo de España durante el régimen de FrancoLa Universidad Laboral, en extensión, es el edificio más grande de España; cuatro
veces más que el Monasterio de El Escorial. También es Bien de Interés Cultural y,
desde 2020, candidata a Patrimonio de la Humanidad. A día de hoy, la Universidad
Laboral de Gijón continua su función docente, cultural y deportiva.

Mi agradecimiento a Angel Martín R., A. Cuartas Suárez, F. Suárez Dominguez, J.J.
del Coz Díaz y A. Lozano Martinez-Luengas por su permiso para sacar contenidos de
su libro “Los talleres de la Universidad Laboral de Gijón”.

De fotos por… Gijón

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Resulta complicado escribir sobre la ciudad en la que uno vive. Es tan subjetivo
como opinar sobre tus padres o tus hijos. Desde la atalaya que me proporciona el
mostrador de mi tienda, escuchando las opiniones de los turistas y viajeros que nos
visitan, además de las inevitables comparaciones con otras ciudades que he visitado,
intentaré ser objetivo aunque no sea fácil; y es que Gijón enamora.

Atardecer en Gijón. Foto Figaredo, GijónZona de Fomento al atardecer. Foto Figaredo, GijónCasa Paquet. Foto Figaredo, GijónPalacio de Revillagigedo. Foto Figaredo, Gijón Calle Covadonga. Foto Figaredo, GijónIglesia de San Lorenzo. Foto Figaredo, Gijón
Lo primero que te comenta una persona que acaba de llegar es la hospitalidad y
simpatía de sus habitantes. Desde una desconocida a la que preguntan por una calle
hasta el camarero del bar donde paran a tomar algo. ¿Es la ciudad la que moldea el
carácter de sus habitantes o son estos los que moldean a la ciudad? Dificil pregunta;
parecida a la de si fue primero el huevo o la gallina. Tal vez sea el influjo de la sidra
que se comparte o del mar que nos hermana.

Cuesta del Cholo en Cimadevilla. Foto Figaredo, GijónBarcos pesqueros de bajura. Foto Figaredo, Gijón

La segunda alabanza del turista es, siempre, la gastronomía: lo bien que se come
por estos lares. La calidad de nuestras viandas, las abundantes raciones y el precio
comedido son objeto de elogio y admiración. Por no hablar de los pinchos con los
que te agasaja el más humilde hostelero. Pequeños bocados de nuestra tierra incluidos
en el precio de la consumición. ¿Qué más se puede pedir?

Bares de Cimadevilla. Foto Figaredo, Gijón

Otro aspecto que destaca el visitante es la belleza del paisaje gijonés, con una
magnífica relación calidad-precio en sus alojamientos. Gijón tiene, además, un
tamaño ideal para el paseo. Ni muy pequeño ni demasiado grande. El mar es su punto
fuerte; lo sabían los antiguos cilúrnigos que habitaban la Campa Torres, hoy balcón
privilegiado para observar el gran puerto de El Musel. De oeste a este prosigue la
linea de la costa con la playa del Arbeyal, la de Poniente, el Puerto Deportivo, el
cerro de Santa Catalina en el viejo barrio de Cimadevilla, con la icónica escultura del
Elogio del Horizonte de Eduardo Chillida, continuando con la entrañable playa de
San Lorenzo y su paseo marítimo que se extiende, pasando por la recoleta playa de
Peñarrubia, hasta el alto de La Providencia; desde donde podemos disfrutar de una
panorámica de la ciudad, asomándonos a su mirador en forma de barco.

Puerto de El Musel y Campa Torres, vista parcial. Foto Figaredo, GijónPunta Lequerica. Foto Figaredo, Gijón Puerto Deportivo, vista parcial. Foto Figaredo, Gijón Puerto Deportivo. Foto Figaredo, Gijón Elogio del Horizonte. Foto Figaredo, Gijón Elogiio del Horizonte. Foto Figaredo, GijónPlaya de San Lorenzo, zona este. Foto Figaredo, GijónPlaya de San Lorenzo zona oeste. Foto Figaredo, GijónEn cuanto a equipamientos culturales Gijón no tiene nada que envidiar a los de una
gran ciudad. Tenemos el Museo del Ferrocarril, con interesantes vagones e históricas
locomotoras de vapor. No hay que olvidar la preponderancia que este medio de
transporte tenía en nuestra ciudad, con líneas de Renfe y Feve que contaban con la
céntrica estación del Humedal, ya demolida; ahora solo queda una “provisional”,
alejada del centro y en medio de la salida a la autopista, además de un túnel sin
metro. La miopía de sucesivas corporaciones locales ha lastrado el desarrollo del
ferrocarril, con interminables estudios, proyectos, reuniones y discusiones estériles.

Antigua estación de El Humedal. Foto Figaredo, Gijón

Continuando con los museos, podemos visitar los de famosos pintores, como el de
Evaristo Valle en Somió, Nicanor Piñole en Puerta la Villa, o Juan Barjola en la calle
Trinidad. También merece una visita la Casa Natal de Jovellanos, gran prócer local.
Tampoco podemos perdernos las Termas Romanas de Campo Valdés junto a la iglesia
de San Pedro, o el Acuario de Gijón, con 4000 especies marinas, al lado de la playa
de Poniente. No pueden faltar el Pueblo de Asturias, en el recinto de la FIDMA, y el
Jardín Botánico en Cabueñes. Por no hablar de la red de Centros Municipales, con
exposiciones, cine, teatro y conciertos, entre otras actividades.

Teatro Jovellanos. Foto Figaredo, Gijón Estatua de Jovellanos. Foto Figaredo, Gijón Museo Nicanor Piñole. Foto Figaredo, Gijón

Aunque, sin duda, el monumento más grande que tiene Gijón es su magnífica
Universidad Laboral, soberbia creación de Luis Moya, dotada de equipamientos
académicos, deportivos y culturales. Se trata del edificio más grande de toda España,
cuatro veces más que el monasterio de El Escorial, al que dedicaremos un capítulo en
exclusiva.

Universidad Laboral de Gijón. Vista parcial. Foto Figaredo, Gijón
Perderse por Gijón, por sus calles y plazas, por sus parques y jardines, es todo un
placer que a nadie defrauda. Su clima suele ser templado, sin los rigores de otras
latitudes. ¡Toda una experiencia que no os podéis perder!

Plazuela de San Miguel. Foto Figaredo, Gijón Parque en Puerta La Villa. Foto Figaredo, Gijón Mercado del Sur. Foto Figaredo, GijónEstatua de Pelayo. Foto Figaredo, Gijón Detalle en estatua de Pelayo. Foto Figaredo, GijónPlataneras en paseo marítimo de Gijón. Foto Figaredo, Gijón

Cámaras de fotos instantáneas

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En los últimos años, con el auge de la moda «vintage», se han vuelto a poner de moda
las cámaras de fotos instantáneas entre la juventud. Sobre todo chicas entre, digamos,
los 12 y 24 años aproximadamente. Aunque no poseen la misma calidad que las
cámaras digitales convencionales, o las de los móviles, tienen otras ventajas: hacen
fotos en papel únicas y en el acto, lo que las hace muy populares en fiestas y otros
eventos. Además, al no ver la foto antes de imprimirla y tener un coste de carga nada
barato, estimula la creatividad; es decir, antes de disparar se lo piensan más…

cámara instantánea blanca cámara instantánea negra
Aunque la marca Polaroid fue la más famosa en su día, actualmente Fujifilm es la
que se lleva el gato al agua. La más vendida con diferencia. A su favor tiene el coste
de las cargas, mucho más económico que las Polaroid. También son más compactas y
dan mejor calidad de imagen. Por último tienen una gama de colores más amplia.
Otra opción creativa de las fotos instantáneas es la posibilidad de personalización:
por medio de un punzón redondeado se pueden alterar los colores y las formas si se
aplica presión desde la parte de atrás. Hay gente muy hábil con esta herramienta.
También están los complementos que adornan la foto, en forma de postales y varios
tipos de adhesivos.

postal para fotos al instante tiras adhesivas para fotos al instante postal para foto al instante postal para fotos al instante diseños adhesivos para poner en fotos instantáneas
Tras la Instax mini 8 y mini 9 ha llegado la mini 11. Fuji implementa sustanciales
mejoras en este modelo: mayor calidad y claridad de imagen, diseño más compacto,
exposición automática -se terminó tener que cambiar el dial de la luz-, un disparador
personalizable y nuevos colores.
Normalmente las Instax vienen “peladas”; es decir, la cámara con pilas, correa nada
más. Ahora tenemos unos kits muy interesantes que incluyen unas postales diseñadas
por stampam.net, con unas hendiduras para colocar y presentar las fotos, además de
una variedad de adhesivos para personalizarlas. También incluye dos cargas de diez
fotos cada una, con lo que no hay que comprar nada aparte.

caja de cámara al instante ideas para presentar fotos al instante ideas para personalizar fotos instantáneas
Nos gusta instruir a nuestros jóvenes clientes en el correcto manejo de la cámara y
las cargas para evitar averías que no cubriría la garantía. También les damos pautas,
trucos y sugerencias para sacar el máximo partido a la cámara que nos han comprado.

La casa de la colina

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En algún lugar de Centroeuropa un caminante avanzaba exhausto entre la nieve.
Buscaba un lugar donde quedarse. Con las últimas luces del atardecer divisó una
pequeña casa en lo alto de una colina cercana. Pensó que sería un buen lugar para
pasar la noche.
Llamó a la puerta, esperó, y nadie respondió. Como el frío era intenso y la noche se
echaba encima accionó la manilla y empujó la puerta, que se abrió con un crujido de
sus oxidadas bisagras. Entró a un pequeño vestíbulo lleno de telarañas. La casa
parecía abandonada. Con la ya escasa luz que entraba por la puerta vio, en un estante, una caja con velas y varios candelabros. No había electricidad. Se alegró de llevar un mechero encima. Encendió dos velas, las colocó en un candelabro, y cerró la puerta. Accedió a una sala donde había una chimenea, una silla desvencijada y una mesa. Un viejo jergón, en una estancia contigua, completaba el escaso mobiliario. Al fondo de la sala, en un rincón, descubrió una puerta. Era más maciza que la de la entrada. En su parte superior un letrero rezaba: “Quien aquí mora no recibe visitas”. Aunque dudó un instante, acabó cediendo a la tentación y la abrió. Tuvo que emplearse a fondo para empujar la pesada puerta.
Alzó el candelabro, y la tenue luz de las velas dejó entrever una escalera de madera
que descendía a una completa oscuridad. Acuciado por la necesidad de leña y,
también, llevado por la curiosidad, comenzó a bajar los escalones hacia lo que parecía
el sótano de la casa. Los carcomidos peldaños crujían a su paso. El aire estaba
enrarecido. Olía a humedad y podredumbre. No había recorrido ni la mitad de la
escalera cuando escuchó un ruido a su espalda. La puerta se había cerrado. Continuó
su descenso, peldaño a peldaño, hasta llegar al suelo, que era de tierra. Caminó unos
metros, a través de un pasillo, hasta una especie de cueva, jalonada de piedras más o
menos verticales. Acercó el candelabro a la más próxima y descubrió una lápida con
caracteres hebreos. Alzó la luz y vio muchas más. Estaba en una gran cripta. En ese
momento lo entendió todo: la casa de la colina no era más que la entrada a un antiguo
cementerio judío. Preso del pánico, echó a correr hacia la puerta por donde había
entrado. Subió los escalones, de dos en dos, abalanzándose sobre la puerta para salir
de allí cuanto antes. Pero le aguardaba una terrible sorpresa: la gruesa puerta carecía
de manilla o picaporte alguno. Un enorme muelle, situado en su parte superior, la
mantenía bien cerrada. Pensada solo para entrar. Diseñada para que nada saliera.


Desesperado, volvió sobre sus pasos. Tenía que haber otra salida. Recorrió todo el
cementerio buscándola. Había docenas de tumbas y, entre ellas, varios esqueletos con
jirones de ropa. Desgraciados que cayeron en la misma trampa. Al otro extremo de la
cueva un derrumbe taponaba la salida. El aire se volvía irrespirable. Comprendió que
jamas saldría de allí; que, al final, había encontrado un lugar donde quedarse… para
siempre.
De pronto, una mano agarró su hombro y lo zarandeó. Gritó aterrado, como nunca
había gritado. Entonces una voz le susurró… despierta hijo, son más de las ocho,
¡Llegarás tarde al colegio!

50 aniversario de Foto Figaredo

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Mi padre, José Figaredo, empezó como fotógrafo de calle hacia la
década de los 50 del pasado siglo. Anteriormente había trabajado
en los fielatos. Compaginaba ese trabajo con un empleo en la
antigua Oficina de Turismo y Museo de la Gaita, en la Plaza del
Parchís. En una época en que casi nadie tenía una cámara de fotos
ofrecía sus servicios, junto a sus colegas Perlines y Vegafer, en el
parque Isabel La Católica o en la playa de San Lorenzo. En esta
última conoció a mi madre, quien le convenció para buscar un local
y fundar Foto Figaredo el 1 de Septiembre de 1970.
Recuerdo mi infancia, entrando en el cuarto oscuro, con la luz
roja y las fotos saliendo, mágicamente, de la cubeta del revelador.
Primero en casa y luego en el local. Veía a mis padres trabajando
duro, mano a mano, él revelando, ella secando. Madrugones.
Disgustos cuando algo no salía bien. Y yo ahí, aprendiendo a no
entrar en el laboratorio cuando no debía y llevando algún azote,
bien merecido, cuando pisaba las fotos de los clientes, ordenadas
en el suelo. Con los años mi madre destacó en el estudio, haciendo
cada vez más y mejores fotos. Tras su jubilación, en 1999, tomé el
relevo y, junto con mi mujer, afrontamos el desafío digital, con
nuevos equipos de impresión y la imprescindible formación en
nuevas tecnologías; manteniendo, eso siempre, la esencia de la
veterana tienda de fotografía de toda la vida, donde trabajaron,
también, mi hermana y hermano. Varias generaciones han pasado
por la tienda, ya sea para comprar álbumes o marcos de fotos,
revelar, o hacerse las necesarias fotos de carnet, en las que
mimamos a los más pequeños, haciendo nuestro el viejo reclamo
de mi padre en sus primeros tiempos: “el fotógrafo de sus niños”.
En cuanto al capítulo de anécdotas: mi madre hizo la foto de
pasaporte de Quini para el mundial de Argentina del año 1978.
Quini se presentó con un chándal que, hoy día, nadie se pondría.
También pasaron por la tienda otros famosos jugadores del
Sporting de aquella época, como Jimenez, el portero Ablanedo y el
defensa Herrero I. En la actualidad viene Carlos Carmona. Mi padre,
al que le encantaba el tango -y, de hecho, los cantaba a menudo-
un día reconoció a Carlos Acuña y se hizo una foto con él, por la
que tenía especial cariño. En cuanto a políticos destacados,
recuerdo a Francisco Alvarez-Cascos, Xuan Xosé Sanchez Vicente y
al difunto Vicente Álvarez Areces. Otros clientes famosos pueden
ser Ruperto Álvarez Romero; uno de los descubridores de la cueva
de Tito Bustillo y el periodista José Ramón Perez Ornia, creador de
la TPA y fallecido recientemente. 50 años acumulando experiencias.