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Mi hija me había encargado llevar al niño, mi nieto, a sacar unas fotos de carnet para la guardería. Qué pena de tiempos vivimos, pensé, en los que ni siquiera una madre puede disfrutar de su hijo, a diario, al tener que trabajar los dos para sacar adelante su hogar. La hipoteca es la culpable de todo; una pesada carga que dura demasiados años.
El rapacín, de cinco meses, es una preciosidad. ¡Qué va a decir su abuela! Me preocupaba que no estuviera quieto, se echara a llorar, o se cayera del taburete…y no hubiera manera de sacarle las fotos. Al entrar en el estudio me agarró de la manga, con gesto aterrado, presagiando que algo malo le iba a suceder… Dicen que el miedo es libre y él, por lo visto, lo tenía por toneladas. Tal vez tuviera algo que ver su visita al pediatra, pocos días atrás, y la vacuna que le pusieron. El fotógrafo, acostumbrado a tratar con niños, lo primero que hizo fue sonreir, agacharse a su altura y hablarle con un tono sereno y tranquilo para infundirle confianza. Luego nos hizo sentar juntos y, tras unas cucamonas, le hizo varias fotos para escoger alguna en la que el niño saliera bien. Al principio la criatura no estaba muy convencida y pese a las buenas palabras del fotógrafo, rompió a llorar, agarrándome la mano con fuerza. Definitivamente el lugar, plagado de aparatos extraños para él, le causaba una profunda desconfianza… pero después del primer flash y con ayuda de algunos muñecos que el profesional manejaba con soltura, como si de un guiñol se tratase, conseguimos tranqulilizarlo y, al ver que nada malo le sucedía, cambió de actitud y comenzó a mirarlo todo con curiosidad. No llegó a sonreir pero quedó una foto muy digna, con una expresión natural. Felicité al fotógrafo, por su esfuerzo, y salí muy satisfecha del resultado final.
Unos días más tarde, en casa de una buena amiga, estuvimos viendo fotos antiguas de su familia. Eran en blanco y negro. Tenían más de sesenta años. En una de ellas vimos un niño pequeño, de la edad de mi nieto aproximadamente. La foto se conservaba muy bien a pesar del tiempo. Me dio por darle la vuelta y leí: “Foto Figaredo; el fotógrafo de sus niños”. De pronto lo entendí todo…