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arte en la calle, excursiones, Laguardia, pinchos, pueblos con encanto, reloj carillón de Laguardia, Rioja alavesa, villas medievales
Hoy vamos a hacer una escapada al precioso pueblo de Laguardia;
en la llamada Rioja alavesa. Día lluvioso en general.
Lo primero que llama la atención cuando llegas a Laguardia es su
privilegiada situación: enclavada en lo alto de un promontorio, a
modo de gigantesco castillo, constituye una atalaya desde donde se
divisa una gran llanura plagada de viñas; de hecho, puede decirse
que el pueblo vive del turismo y de la gran calidad de sus vinos.
Hay amplias zonas de miradores para contemplar el paisaje y
sentarse a descansar. En esta parte de fuera es donde se puede
aparcar con cierta comodidad.
El pueblo está rodeado de una muralla que se conserva en buena
parte. Dispone de varias puertas para sumergirse en el medievo
con tan solo cruzar sus umbrales. Las callejuelas son estrechas y
sombrías. Forman un pequeño laberinto donde es fácil despistarse.
De vez en cuando se abren en pequeños rincones y plazas. En una
de ellas, la Plaza Mayor, está situado uno de los reclamos de la
villa: el reloj animado tipo carillón, en la fachada del ayuntamiento,
desde donde, a todas las horas en punto, salen unas figuritas
ataviadas con su traje regional y comienzan a bailar al son de las
campanas. Es costumbre congregarse allí, al mediodía, para luego
ir de bares…
Además del buen vino de Rioja, la cuidada y variada presentación
de los pinchos es otro de los alicientes para visitar alguno de los
bares que jalonan las calles. Aquí los pinchos no van incluidos con
la consumición, sino que se cobran aparte. Es una costumbre típica
de la zona compensada por el buen tamaño y la elaboración que
requieren.
Además del encanto medieval de sus calles, o la visita a alguna
de sus numerosas bodegas, Laguardia cuenta con joyas
arquitectónicas como son la Iglesia de Santa María de los Reyes,
del siglo Xll, o la de San Juan Bautista, con un su gran retablo
mayor; una espectacular pieza barroca.
Sus habitantes son joviales y hospitalarios, acostumbrados a
recibir gran cantidad de turistas. Se hace mucha vida en la calle y
por doquier te encuentras rincones insólitos que te trasladan a otro
tiempo. En resumen; un lugar bonito, acogedor y grato de visitar.