Hoy vamos a descubrir un bonito pueblo manchego situado en
plena ruta del Quijote. Famoso por su gran castillo y muralla
medieval. De visita imprescindible. Hablamos de… Belmonte.
Su origen data de, al menos, finales del siglo III. El topónimo
viene de Bellomonte. En la actualidad cuenta con 2.000 habitantes.
Su magnífico castillo comenzó a construirse en el año 1.456 por
Juan Pacheco, marqués de Villena, junto a la Colegiata de San
Bartolomé. Su época de mayor pujanza transcurre entre los siglos
XV y XVIII.
A pesar de su reducido tamaño, el pueblo de Belmonte tiene
muchos monumentos que visitar: Su Colegiata gótica construida
sobre una antigua iglesia de los visigodos, el antiguo Alcázar
totalmente restaurado, las ruinas del antiguo Hospital de San
Andrés, la Plaza del Pilar… y el cinematográfico castillo con su
muralla que, partiendo del mismo, abraza toda la localidad. Vamos
a centrarnos en este último monumento por su excelente estado de
conservación tanto exterior como interior.
El castillo de Belmonte (siglo XV) es de estilo gótico-mudejar.
Durante unos años fue habitado por el marqués Diego López
Pacheco. En el siglo XIX fue heredado por Eugenia de Montijo
(condesa de Teba); la que fue emperatriz de Francia al casarse con
Napoleón III. Ella fue la que inició su restauración, que terminó su
sobrino-nieto el conde de Peñaranda.
La fotogenia del castillo es indudable. De hecho fue el escenario
de la película El Cid, protagonizada por Charlton Heston y Sofía
Loren en 1.961. Buena parte de los habitantes participaron como
extras en aquella famosa producción. También fue rodado en
Belmonte El crimen de Cuenca, de Pilar Miró, Los señores del acero
o El señor de los anillos, entre otros títulos.
Llegamos a Belmonte en autobús desde Madrid (empresa Samar)
a eso de media tarde. Poco más de dos horas. Nos gusta viajar así,
sin prisas, disfrutando del paisaje y el paisanaje. Belmonte marca el
final de la línea, en una coqueta estación de autobuses con su
pequeño bar. El típico que también es frecuentado por los
parroquianos del lugar. Donde todos se conocen. Preguntamos a
una señora por el hostal donde reservamos habitación y, en vez de
indicarnos, nos acompañó hasta la puerta. Nunca me cansaré de
valorar esa amabilidad que todavía se conserva en los pueblos.
(Continuará…)