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Fotos de Pastrana, Historia de la Princesa de Éboli, Palacio Ducal de Pastrana, Pastrana, Viaje a la Alcarria
Tras visitar la villa de Atienza, continuamos nuestro particular viaje
a la Alcarria visitando la localidad de Pastrana. Cercana a los 900
habitantes, la villa Ducal de Pastrana es Conjunto Histórico-Artístico
desde 1966 y está ubicada al sur de la provincia de Guadalajara.
Fue fundada en el siglo XIII, por la Orden Religiosa Militar de
Calatrava, tras la expulsión de los árabes. Posteriormente pasó a
manos del rey Carlos I, quien la vende a Doña Ana de la Cerda
(condesa de Mélito y viuda de Don Diego Hurtado de Mendoza). Ella
comienza la construcción del Palacio Ducal. A su muerte, sus hijos
venden el pueblo a los Príncipes de Éboli: Don Ruy Gómez de Silva
(amigo y consejero de Felipe II) y su esposa Doña Ana de Mendoza
y de la Cerda, nieta de la Condesa de Mélito, quien fue la famosa
princesa tuerta de Éboli. Posteriormente el rey les otorga el título
de Duques de Pastrana. A partir de ahí empieza la época dorada de
Pastrana (siglos XVI y XVII). En 1569 los duques llaman a Santa
Teresa de Jesús y la ayudan a construir dos conventos de la Orden
de las Carmelitas Descalzas, uno de hombres y otro de mujeres.
También fundan la Colegiata y una gran fábrica de tapices.
Tras la muerte del duque, la duquesa y princesa de Éboli decide
ingresar en el convento. Parece ser que la vida monacal no era de
su agrado y protagoniza varios altercados. Teresa de Jesús se va de
allí, con sus monjas, y el rey Felipe II ordena a la princesa regresar
a la Corte para ocuparse de su patrimonio y familia. En Madrid lleva
una vida disipada. Sus intrigas con el secretario real suponen una
amenaza para el rey, que ordena su detención en 1579. Encerrada
en su propio palacio muere en 1592.
Lo primero que visitamos en Pastrana es el Palacio Ducal, de
estilo renacentista y, quizá por el morbo, todo el mundo quiere ver
la habitación donde estuvo recluida la princesa durante 13 años. Es
una estancia de unos cinco metros de largo por cuatro de ancho.
Había un torno por donde le pasaban comida y bebida. Cuenta la
leyenda que solo durante una hora al día se le permitía asomarse a
un balcón enrejado protegido con una celosía. Ahí contemplaba la
Plaza Mayor sin ser vista. Pasó a llamarse la plaza de La Hora.
Respecto al parche en el ojo hay diferentes versiones: desde que se
quedó tuerta de niña al caer de un caballo, hasta la que sostiene
que lo llevaba por impresionar a su rey. Lo impresionante es pensar
cómo puede cambiar la vida de una persona: pasó de ser una
influyente y acaudalada dama de la corte a una reclusa en una
habitación de su propio palacio.
Pastrana conserva gran parte de su trazado medieval. Un simple
paseo por sus estrechas calles nos traslada a otros tiempos, como en el Barrio del Albaicín (barrio judío del siglo XVI), donde se puede
apreciar que las casas son algo más anchas en la parte alta que en
la de abajo. En una de ellas puede verse la estrella de David. En la
misma calle hay otra casa con el escudo de la temible Inquisición,
donde puede verse la cruz, la espada y una rama de olivo.
Otro punto de interés es la Fuente de los Cuatro Caños, situada
en un entronque de calles. Es del siglo XVI y el agua brota de
cuatro mascarones con diferentes expresiones. Conservada tal cual.
Parada obligada en la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción
con portada gótica (siglo XV). Este enorme recinto con aires de
catedral alberga en su interior el Museo Parroquial, destacando una
magnífica colección de Tapices Flamencos de Alfonso V de Portugal.
En el exterior hay un patio, con crucero, donde se puede leer una
lápida que conmemora los fusilamientos que tuvieron lugar durante
la guerra civil.
Regresamos a la Plaza Mayor (o de La Hora). Allí nos guarecemos
de la lluvia en un antiguo soportal. Era común hacer vida en ellos;
no tanto por las inclemencias meteorológicas sino por ser lugar
propicio para la compraventa de mercancías diversas. En Pastrana
se celebra una gran Feria Apícola Internacional la segunda semana
de Marzo. La miel de la Alcarria posee una excelente calidad y es
típico artículo para llevar de recuerdo, junto con el chocolate que
podemos comprar en varios establecimientos que encontraremos
durante nuestro relajado paseo. Luego entramos a tomar algo en
uno de los bares de la calle principal. Conserva el sabor de los
antiguos establecimientos de la localidad; nada que ver con las
modernas cafeterías de la gran ciudad.
Tras tomar las últimas fotos ponemos rumbo a otro destino de
nuestro viaje a la Alcarria.