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De Portugal se pueden decir muchas cosas… pero todas buenas. Es
un país hermoso, cargado de historia y vicisitudes. Al igual que
España también fue imperial; y también perdió su imperio. No en
vano es el vecino más entrañable que tenemos; el único con quien
compartimos la Península Ibérica. La primera vez que visitamos
Portugal nos sorprendió el carácter educado y sufrido de sus
habitantes. Tan solo una anécdota: Esperando en una parada de
autobús. Al lado, un gran charco de agua y barro a causa de unas
obras. Llega el bus y, descuidado, nos salpica a todos los que allí
estábamos. Los pocos españoles que había nos cabreamos e
increpamos al conductor… los portugueses, algunos empapados, se
encogieron de hombros y se fueron a su casa para cambiarse. Ni
una palabra salió de su boca. Este es el carácter que predomina
entre sus habitantes.
Entramos por la frontera española de Tuy que, tras atravesar el
famoso puente de hierro internacional, nos conduce a Valença do
Miño; ya en la parte portuguesa. Esta ciudad, más bien un pueblo
grande, posee una muralla en muy buen estado de conservación.
Su condición fronteriza, junto al rio Miño, en una pequeña colina, la
hace muy interesante para visitar. Tiene muchos espacios verdes,
buenas vistas y amplias zonas para pasear. Con gran cantidad de
bares y restaurantes, mercadillos al aire libre, casas bajas y calles
empedradas, es una villa muy fotogénica; ideal para recorrer
andando y pasar allí la mañana o la tarde.
La siguiente parada es Viana do Castelo. Preciosa población
costera, con playa, puerto y atravesada por el río Limia, que forma
un gran estuario. Tiene un cierto sabor colonial, de casas de piedra
y hoteles de veraneo… Lo más impresionante nos pareció el
Santuario de Santa Lucía, en lo alto de uno de los lados del río.
Aparte de la hermosa factura de su arquitectura, con una mezcla de
estilos bizantino, románico y gótico, lo más fabuloso es el gran
paisaje que se ve desde ese lugar. Kilómetros de distancia, que
abarcan sierras, largas playas, río y océano. Desde luego, el sitio es
de los que se recuerdan…
A continuación nos dirigimos a la localidad de Braga, con su
famoso santuario de Bom Jesus do Monte; unos de los típicos
lugares de peregrinación para los portugueses, como Fátima o
Santa Lucía. También está situado en una montaña no muy alejada
de Braga, población con una gran catedral y una famosa Semana
Santa con música gregoriana por las calles.
El entorno de Bom Jesus do Monte es un gran parque lleno de
árboles y jardines, ideal para sobrellevar los rigores del verano.
Tiene fuentes, muchos bancos y, sobre todo, gran cantidad de
escaleras para salvar el desnivel de la montaña. De todas formas
hay muchas zonas de descanso desde donde se puede admirar el
paisaje y el paisanaje. No faltan las estatuas de multitud de
personajes bíblicos. Y es que ya os habréis percatado de que el
portugués medio es tremendamente religioso…
(Continuará)