Hoy voy a tratar de la limpieza de tu cámara de fotos. Es
importante no limpiar con cualquier cosa, aunque alguna vez todos
lo hayamos hecho, puesto que nos arriesgamos a producir arañazos
en las ópticas o a descomponer el plástico del cuerpo de la cámara.
Empecemos por los utensilios necesarios: una gamuza de
microfibra, un soplador o pera de aire, unos bastoncillos de
algodón, papel de seda especial para ópticas, un bote de solución
para lentes y un cepillo de limpieza retráctil. Todo lo anterior se
puede utilizar para una cámara analógica o digital, a excepción del
cepillo retráctil que se usa para limpiar el sensor de las digitales.
Lo primero es utilizar el soplador, con energía, para desalojar toda
la arenilla y el polvo que habrá en el cuerpo de la cámara (en
especial las esquinas), en su interior (si se trata de una analógica),
y en la óptica del objetivo; sobre todo la lente exterior. Si todavía
queda suciedad en alguna esquina la quitamos con los bastoncillos
de algodón. Seguidamente utilizamos el papel de seda, arrugándolo
previamente para quitarle el apresto, y procedemos a limpiar la
lente frontal; que suele estar bastante sucia por huellas dactilares y
porquería variada… Si está muy sucia aplicaremos unas gotas del
líquido en el papel de seda y limpiaremos desde el centro a los
bordes en suaves movimientos circulares. Luego haremos lo mismo
con otro papel seco y quedará reluciente. Si no está muy sucia
basta con echarle el vaho de la boca y limpiar con un papel seco.
Por último acabamos con la gamuza de microfibra para limpiar los
laterales del objetivo y el cuerpo en general. Esta última operación
hará que tu cámara y objetivo brillen como nuevos.
No uses alcohol porque ataca el plástico, ni limpies la lente sin
soplar antes puesto que la rayarás.

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