Cuando fuimos a hacer fotos por Tierra de Campos (ver entrada del
2 de Octubre de 2015), hablábamos de la fotogenia de ciertas
estaciones meteorológicas; y de las otras: las solitarias estaciones
ferroviarias de los pequeños pueblos. Poseen una extraña belleza;
tanto los edificios en sí, como esas vías de lineas férreas parcial o
totalmente abandonadas. Ejercen una curiosa fascinación sobre el
observador atento a los detalles… Es fácil comprobar el uso de una
vía fijándose en el raíl. Si aparece brillante y pulido es que tiene un
uso frecuente; en cambio, si se ve oxidado se trata de una vía
abandonada o de uso muy esporádico. También puede adivinarse su
grado de utilización por el estado de las traviesas. Si crece la hierba
entre ellas obviamente esa vía no se utiliza con frecuencia, ya que
las manchas de fuel y el paso de los convoyes ejercen de potente
herbicida.
La foto que aparece abajo se corresponde a la linea “Ruta de la
Plata”, (Gijón-Sevilla), estación de Pobladura del Valle (Zamora),
tomada en dirección sur (hacia Benavente). Tiene bastantes años y,
por aquel entonces, solo circulaban trenes de mercancías. Desde el
año 1.985 el tramo Astorga-Plasencia (el que concierne a la foto),
quedó definitivamente cerrado. Aunque siempre hubo iniciativas
populares para su reapertura, parece que solo se promociona el
AVE y la conexión de las grandes ciudades. Los pueblos como que
no interesan; comparativamente son pocos votos… La despoblación
de las zonas rurales incide sobre las comunicaciones y viceversa. Es
lo de siempre: ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?
En mi juventud utilicé con cierta frecuencia esa linea, pues existía
el tren “TER”, diesel, automotor, pintado en azul marino y plata, con
dos coches; uno de 1ª clase y cafetería y otro de 2ª clase. Podía
circular también con cuatro coches. Esa composición lo hacía
rentable a Renfe, pues, con salida desde Gijón a las cinco de la
madrugada, te permitía recorrer cómodamente toda la Ruta de la
Plata, parando en muchos de los pueblos, cruzando casi toda
España sin pasar por Madrid, y llegando a Sevilla a última hora del
día. No siempre había billetes disponibles. Ahora hablan hasta de
retirar las vías para hacer una senda verde…
En las vías muertas de algunas de esas estaciones, reposaban,
como dignos ancianos, algunos vagones que para nada servían, que
ya nada transportaban, donde nadie reía o lloraba… Como este de
la foto tomada en Castuera (Badajoz), fácil víctima de los vándalos
que solo saben destruir, e inteligentemente aprovechado, como
refugio, por ese gato callejero…
Fotográficamente hablando, lo viejo y roto también se aprovecha.
En el ejemplo de las vías, la foto me sugiere una salida adelante,
hacia un futuro incierto, acompañando la vista esa geometría de los
raíles, primero separados y luego juntándose en el horizonte como
lineas que conforman un gran triángulo. La soledad lo impregna
todo, con esa hierba seca, castellana, que va apoderándose de un
suelo que no le corresponde. La consecuencia es un sentimiento de
nostalgia, un “cualquier tiempo pasado fue mejor” por estos lares…
Con el vagón abandonado sucede algo similar. La foto no es que
sea gran cosa, pero sentí que nadie había sabido aprovechar aquel
viejo vagón más que ese gato; no sé, podían haberlo enviado a
África junto con el resto del convoy, pero una vez destrozado ya no
servía para ese noble fin; como los viejos, de los que casi nadie
aprovecha su experiencia y sabiduría salvo, quizás, algún gato
callejero que se deja acariciar por ellos…
Aquí van fotos del tren TER: