Después de visitar, y hacer fotos, a todos estos lugares, llega el momento de hacer un alto y detenerse en alguno de los múltiples bares que hay en Monforte. Ya nos había avisado Sarai de la nutritiva costumbre que tienen en los bares de ponerte tapas (no pinchos) con las consumiciones, y de sus precios populares: hablamos de tomarse dos cañas y dos tapas por tres euros, en la mayoría de sitios. Si quieres una tapa adicional te cobran unos 0,50 €. Te pueden ofrecer más de diez alternativas, entre las que figuran los calamares, croquetas, lacón, tortilla, pollo, zorza, ensaladilla… hasta pulpo a feira, nos pedimos en la terraza de la cafetería de la estación. De hecho, acabas cenando sin darte cuenta. Con este aliciente la gente hace un amplio recorrido, de bar en bar, con lo que os podéis imaginar el ambiente que se respira cualquier día festivo.
Al día siguiente encaminamos nuestros pasos al Museo de Ferrocarril de Galicia (MUFERGA); el tercer mejor museo de España en ancho ibérico. Al estar hospedados en el hotel, Sarai nos reservó entradas, a mitad de precio, para la entrada y la visita guiada. También se ocupó de que llegásemos a tiempo, tras un sorpresivo adelanto del horario. El museo está ubicado a las afueras de Monforte. Ocupa una nave destinada a exposición y reparación de máquinas y vagones, más una parte exterior por la que se llega, mediante un trenecillo durante la visita guiada, a la gran rotonda ferroviaria, que dispone de 38 vías radiales y un puente giratorio para dar servicio a otros tantos hangares donde se almacenan vagones de todo tipo. Es la estructura más grande, de este tipo, que se conserva en España. Declarada “Elemento Destacado del Patrimonio Industrial” por la Unión Europea. La razón de ser de esta rotonda estriba en que las antiguas locomotoras de vapor no podían dar marcha atrás, por lo que estas estructuras eran muy útiles para el cambio de sentido de la marcha, y para el enganche o desenganche de vagones en un espacio reducido. Durante la visita guiada te explican todo el proceso, y el trenecillo da la vuelta usando el puente giratorio.
De vuelta a la nave principal te enseñan diferentes elementos de material móvil: la locomotora de vapor 2111 “Mikado”, tipo 1-4-1 (un eje de guía, cuatro ejes motores y uno trasero de apoyo) con su ténder. En España fue utilizada por la Renfe desde 1.953 hasta 1.975. Funciona con carbón, aunque también se la puede adaptar para fuel. Acabado muy elegante en negro y rojo.
Luego vimos la primera máquina diésel llamada la “locomotora exploradora”, pues fue muy utilizada para explorar el tendido ferroviario antes de que pasasen los trenes del día. Posee un gran poder de tracción por lo que también fue utilizada como locomotora de refuerzo para tirar o empujar los convoyes por las rampas de los puertos Manzanal, Pajares o Piedrafita entre otros. Pintada en gris y verde.
A continuación nos mostraron la primera locomotora eléctrica, la 7722, pintada totalmente de verde; muy utilizada en España hasta no hace mucho por su versatilidad y fiabilidad. Las únicas averías que solía tener eran fusibles fundidos que el propio maquinista cambiaba sobre la marcha.
Luego vimos un vagón militar, el del Teniente General Manuel Díez Alegría, de madera, sencillo por fuera y muy lujoso en el interior. También tienen una plataforma (vagón sin techo ni paredes),
cedida por el Ministerio de Defensa, en la que descansa un tanque de los utilizados en la guerra de Vietnam. El vagón del rey, bloques de madera impregnados en fuel, viejas emisoras de radio, taquillas, mapas,
maniquíes y diverso material ferroviario complementan la visita. Hay que destacar la limpieza y el buen estado de uso de todo el material rodante. Al final, en la explanada de la entrada, tienen un mini-tren para niños donde los más pequeños disfrutan de un paseo, en un circuito cerrado, con jefe de estación, semáforos y pasos a nivel. La verdad es que no se sabe quien lo pasa mejor, si los niños o los adultos que los llevan.
(Continuará la próxima semana…)