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Llegan las vacaciones de Semana Santa y, al ser pocos días, lo más
socorrido es irse al pueblo o aldea donde existan raíces familiares…
El entorno rural es muy apto para componer hermosas fotos. Los
colores de la naturaleza están de nuestra parte. El aire puro del
campo, aunque no salga en la foto, contribuye a la inspiración del
fotógrafo. Si analizamos la foto de hoy, vemos una armonía en la
composición. Una línea invisible que hace diagonal entre la esquina
inferior izquierda y la superior derecha: bastón, piernas, brazo y
sombra en la paja. Una especie de guía para la mirada. También
hay un equilibrio entre zona de sol y sombra que realza el motivo
principal, mi hermana pequeña, situado en el centro de la imagen
aunque formando parte de la diagonal antes citada. La rueda
izquierda del carro establece una proporción en los volúmenes,
dando idea del tamaño real de la modelo.
En el arte de la fotografía destacar que la niña no tiene porqué
mirar a la cámara, lo que otorga naturalidad a la expresión.
También la postura de las manos, cruzadas sujetando su pierna
encogida, dan a la pose una elegancia innata. La combinación de
colores entre los ocres de la paja, el carro, el bastón y el camino,
con el negro y rojo del traje regional asturiano, además del verde
junto al camino, otorgan a la foto una belleza plástica digna de un
buen óleo. La verdad es que mi madre, la autora, cuidaba mucho el
detalle; y esto se nota…
No os limitéis a apretar el disparador de la cámara. Antes hay
que pensar; utilizar la cabeza para algo más que llevar el pelo.