Después de comer opíparamente en un restaurante concertado,
viajamos a la cercana localidad de Jaraiz de la Vera. Este pueblo, de
unos 6.500 habitantes, se nota muy animado. Llegamos a eso de
las cuatro de la tarde, para nosotros la hora del café, y estaban
todos los bares atestados de gente tomando el aperitivo. Paseamos
por una avenida donde se anunciaba la Feria de Artesanía.
Curioseamos la mercancía ofertada por entre los puestos que había
abiertos. Principalmente artículos de piel y comestibles. Cada cual
siguió caminando, a su ritmo, descubriendo el lugar. Nos sorprendió
ver unas salas de cine en un pueblo de este tamaño. Nosotros
entramos en un viejo café para degustar un licor de hierbas que
ayudase con la digestión.
A las cinco nos reunimos en un punto de encuentro previamente
determinado por Mercedes, la guía, para dirigirnos al Museo del
Pimentón. A Jaraiz de la Vera se la considera capital mundial de
este producto, que cuenta con Denominación de Origen.
En el recibidor del museo nos ofrecieron una breve introducción al
pimentón de la Vera. Su historia, clases, propiedades y durabilidad.
El pimiento, en semillas, llegó a España de la mano de Cristobal
Colón. Enseguida llegó al Monasterio de Yuste, cuyos monjes
propiciaron su cultivo. En la comarca de la Vera crece muy bien por
su climatología. Frío seco, agua y muchas horas de sol son buenos
aliados. Una vez que el pimiento ha madurado se recoge y traslada
a un secadero -una construcción específica para ese fin- donde se
ahúma con leña de encina o roble.
Una vez el pimiento está bien seco, deshidratado, se muele con
dos tipos de molino. De esta forma queda un polvo fino, que es el
pimentón. Nos explicaron que hay tres tipos de pimentón: dulce,
picante y agridulce. Este último, por lo visto, es el preferido del
orador que nos atendió; ya que no paraba de glosar sus virtudes y
sabor inconfundible… El pimentón pierde propiedades a partir del
año o año y medio, según condiciones de conservación.
Después de la charla subimos a la primera planta, donde hay un
espacio expositivo acerca de los pormenores de su cultivo, tipos y
recolección; con fotos y artilugios antiguos. También se ven las
grandes latas, de hasta cinco kilos, donde se envasaba.
En la segunda planta se recrea un secadero tradicional con los
típicos utensilios y maquinaria para su recolección y molienda. Se
aprecian las paredes y vigas de madera ennegrecidas a causa del
proceso de ahumado.
Concluida la visita al museo, que está al lado del ayuntamiento,
echamos un vistazo a la Plaza Mayor. Es estrecha y poco vistosa,
comparada con otras que vimos y veremos. Tiene, como no, una
fuente en uno de sus lados.
Terminada la visita, nos vamos al autocar para trasladarnos al
pintoresco pueblo de Garganta la Olla; del que hablaremos la
semana que viene.