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Foto Figaredo

~ Tienda de Fotografía en Gijón

Foto Figaredo

Publicaciones de la categoría: Historia de la fotografía

Fotógrafos de calle

25 viernes Nov 2022

Posted by mariofigaredo in Historia de la fotografía, Semblanzas

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Etiquetas

fotógrafos de calle, fotografos, fotográfos del viejo Gijón, semblanzas del siglo XX

En el viejo Gijón, desde los años 40 hasta finales de los 60 del pasado siglo, existió un gremio muy popular: los fotógrafos de calle. En aquella época muy poca gente tenía acceso a una cámara de fotos. Era un artículo caro y escaso, de importación; además había que entender su manejo y conocer los secretos del revelado. Eran los tiempos de la foto en blanco y negro. Aunque también había estudios de fotografía, su visita se reservaba para una ocasión especial, por ejemplo, una boda. El auténtico fotógrafo de calle tenía su estrategia: frecuentaba lugares de paseo y larga estancia, como la playa, el parque o las romerías. Se mezclaba entre la gente, con su cámara al cuello, y ofrecía sus servicios a parejas o familias. Les preguntaba ¿foto?, al tiempo que señalaba su cámara. La mayoría accedían encantados y posaban siguiendo sus instrucciones; al fin y al cabo el servicio era económico. Luego les pedía su dirección y, pocos días más tarde, la foto era entregada en el domicilio del cliente.

José Figaredo buscando clientesFotógrafo de calle en acción

Los fotógrafos de calle se conocían y respetaban. No se ponían demasiado cerca unos de otros para que hubiera negocio para todos. Iban muy elegantes, todos de traje y corbata. Recuerdo a varios: Guerrero, Vegafer, Perlines… Mi padre, José Figaredo -Pepe para los amigos- era uno de ellos. Muy profesional. Siempre sonriente.

grupo de Fotógrafos en el parque Isabel La Católica

Eran tiempos difíciles, por lo que el pluriempleo estaba a la orden del día; en el caso de mi padre trabajaba también en el ayuntamiento, en la oficina de turismo «siete villas» sita en la plaza del Parchís, junto al Museo de la Gaita. Anteriormente, también trabajó en los fielatos (casetas, situadas en las entradas de la ciudad, para el cobro de arbitrios). Mientras tanto, mi madre -Charo- revelaba las fotos que luego se llevaban a domicilio. Cada cual se las ingeniaba para tener un cuarto oscuro en casa, a modo de laboratorio. Posteriormente, en 1970, abrieron Foto Figaredo.

Rosario Fernández, Charo

A juzgar por las fotos que tengo de ellos, parece que a todos les iba la fiesta y el cachondeo. Siempre de broma y buen rollo; era lógico, pues coincidían en múltiples eventos festivos: bodas, discotecas, bailes, merenderos, fiestas de prao… Recuerdo a mi padre que, cuando iba alegre, se arrancaba a cantar tangos con los compañeros; y, la verdad, cantaba mucho y bien. No tenían redes sociales y se cultivaba la amistad en persona, de tú a tú, el aquí y ahora.

El fotógrafo de calle es el reflejo de una época, con sus luces y sus sombras. Tiempos pretéritos en los que la mayoría trabajaba mucho y ganaba poco, aunque sabían divertirse con sencillez, sin pedir demasiado a la vida.

Dejaron tras de sí un valioso patrimonio gráfico, que da veraz testimonio de las personas, costumbres, peinados y forma de vestir de aquellos años, donde la elegancia primaba. Uno de los gremios desaparecidos por la evolución de la sociedad, el progreso y la tecnología. Quizá, con el paso del tiempo, lo que ahora parece normal será observado con asombro y regocijo por las generaciones venideras. En definitiva, los fotógrafos de calle han formado parte de la historia de la fotografía y, de alguna manera, de la historia de Gijón.

 

La magia del revelado de fotos en blanco y negro.

17 viernes Feb 2017

Posted by mariofigaredo in Consejos prácticos de fotografía, Historia de la fotografía

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Etiquetas

cuarto oscuro, fotos artesanales, laboratorio fotográfico tradicional, procedimiento para revelar el blanco y negro, revelar fotos en blanco y negro

   A la vista de este innovador procedimiento para revelar carretes de blanco y negro, que usa el café como base, me vinieron a la memoria los viejos tiempos en que mis padres hacían lo mismo de la manera tradicional: Un cuarto oscuro donde no puedes verte ni las manos, una ampliadora, tres cubetas, dos pinzas largas, tres tanques de revelado estancos a la luz, productos químicos (que luego detallaré), papel fotográfico virgen, agua corriente, luz roja, luz verde… y una secadora (opcional), eran los elementos necesarios.

   Primeramente se revelaba la película expuesta en un tanque, con líquido revelador. En su interior se colocaba el carrete en una especie de guía en espiral para que la película no entrase en contacto sobre si misma. Esta operación debía hacerse completamente a oscuras. Tras un tiempo exacto (de pocos minutos), marcado por el fabricante del revelador, se sacaba la película del tanque y se observaba, brevemente, a la luz de una lamparita color verde oscuro. Si se apreciaban las imágenes, se sacaba la espiral cargada con la película negativa y se introducía en un segundo tanque con el baño de paro (ácido acético). Este producto tenía la misión de parar la reacción química del revelador, que es la que hace aflorar las imágenes de los diferentes fotogramas, ya que si se mantiene en el revelador más tiempo del debido se ennegrece y arruina la película. En pocos segundos se sacaba del tanque y se sumergía en el tercer tanque lleno de líquido fijador. Tras un rato ya se podía encender la luz blanca y lavar con agua las largas tiras de película (un carrete de 36 exposiciones mide sobre metro y medio) para luego colgarlas a secar con un pequeño peso en el extremo.

ampliadora fotográfica

   Una vez revelada y seca la película, ya con la luz roja encendida, se colocaba en la ampliadora, mediante un cajetín, para ir proyectando sobre el papel fotográfico virgen una controlada cantidad de luz con un cierto tiempo de exposición. Cada fotograma del carrete sobre un papel diferente.

foto sumergida en revelador

   A continuación venía mi parte preferida: estos papeles, blancos por ambos lados, se sumergían en una cubeta con revelador. A los pocos segundos, gradualmente, aparecía la imágen sobre el papel; en un proceso que a mí se me antojaba mágico… Cuando se distinguía bien la imagen, se sacaba del líquido, con las pinzas, y sumergía en el baño de paro. Si se terminaba el ácido acético se utilizaba vinagre. Al poco se sacaba de esa cubeta y se se metía en la del fijador. Las pinzas del revelador eran distintas a las del fijador para evitar contaminar ambos productos. Por último se lavaba con agua y se pegaba al baldosín de la pared para que se fuera secando. Posteriormente se colocaban, por tandas, en la secadora (dos planchas curvadas de aluminio con una resistencia) que terminaba de secarlas. Este último proceso ya se hacía con luz normal.

niños en un laboratorio fotográfico

   La vivencia de todo este proceso, tan repetido en mi infancia, quedó grabada en mi memoria para siempre. A veces traía a mis amigos, que quedaban boquiabiertos…Esto era, y puede seguir siendo, la auténtica fotografía artesanal; la que se hace despacio, igual que la buena cocina….

Los principios de la fotografía

22 viernes Abr 2016

Posted by mariofigaredo in Historia de la fotografía

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Que todo vuelve es un hecho. La fotografía no ha de ser una
excepción y, de la mano de la empresa Lomography, vuelven los
viejos objetivos de latón pulido; como este Achromat de 69 mm.
Con esa distancia focal, de discreto teleobjetivo, es ideal para
retratos. Su buena luminosidad, con abertura máxima de diafragma
en f/2.9, lo hace versátil para muy diferentes condiciones de luz.
Digo esto porque cuando hay buena luz cualquier objetivo se porta
bien. El problema es cuando la iluminación del sujeto es escasa y
deseas una pequeña profundidad de campo; es decir, el personaje
principal enfocado y el fondo desenfocado. Ahí es donde un objetivo
zoom normal, de aficionado, no suele dar la talla…
La fotografía fue inventada en la localidad francesa de Chalon-
sur-Saône, por Joseph Nicéphore Niépce, en colaboración con Louis
Daguerre, y las primeros ensayos se remontan a 1825; aunque no
se han se han conservado esas primeras fotos. No fue hasta 1839
cuando inventan el Daguerrotipo, el primer proceso fotográfico
químico de la historia, con una placa de cobre recubierta de yoduro
de plata que expuesta a la luz durante unos 10 minutos, bajo luz
brillante, dieron lugar a las primeras fotos que se conservan. La
imagen se revelaba con vapores de mercurio, muy tóxicos, y ese
frágil negativo necesitaba protegerse con un cristal sellado para que
el aire no lo estropease. Rápidamente mejoraron el sistema y, un
par de años más tarde, ya se podían hacer fotos con un tiempo de
exposición de 1 minuto. La estética de los objetivos de entonces es
recreada hoy por la empresa austriaca Lomography que, mediante
unas plantillas que se introducen en el interior del objetivo,
producen unos efectos de enfoque sedoso, de dispersión del
detalle. De todas formas esto no es nuevo; ya en los ochenta
triunfaba un fotógrafo llamado David Hamilton, creador del glamour
en la fotografía, que se dedicaba a embadurnar la lente frontal del
objetivo con sustancias oleaginosas o, simplemente, proyectando el
vaho de la boca, para conseguir ese efecto glamuroso, como a
través de un cristal levemente empañado, que daba al retrato un
aire impresionista que se puso rápidamente de moda en aquellos
años. Mi madre, sin ir más lejos, retrataba a las señoras con una
media estirada en el objetivo para lograr un efecto similar: las
arrugas se veían atenuadas… ¡y sin retoque!. De hecho los
fabricantes de objetivos bromeaban con su esfuerzo de hacer lentes
cada vez más perfectas, para que los profesionales se dedicasen
luego a ensuciarlas…
Lo dicho; ¡todo vuelve!

cámara de fotos

cámara fotos

Foto Figaredo – Tienda de Fotografía en Gijón

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33202 Gijón
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mario@fotofigaredo.es

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